Han sido duras las sequías que habitan en mi corazón.
La arena caliente reseca mi cuerpo, y las gotas de lluvia se secan al caer.
Mi alma desértica no tiene habitantes, solo una piedra inmóvil que antes tenía
vida y bombeaba sangre.
Mis pies se resquebrajan, mi sensibilidad desaparece, y todo a mi alrededor
es arena caliente.
No hay nadie, sola estoy, con el Sol quemándome, y mi cerebro sofocándose, consumiéndose
en pensamientos tristes y de venganza.
Así soy, un desierto sentimental, sin ganas de gritar y suplicar ayuda, soy más
fuerte que eso, más fuerte que el Sol.
Sequía, mi vida es una sequía.
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