viernes, 12 de junio de 2015

Todo queda en secreto

Su cabello mojado se deslizaba por su espalda desnuda. Tomó una pinza y se lo recogió delicadamente, para pasar la toalla blanca puesta en un anillo ubicado en el baño, por el resto de su cuerpo. Después de vestirse, secó su cabello, aplicó una crema distraída y se vestió con apenas un short y una camiseta. Debajo, una panty color negro, que gustaba ponerse cuando estaba en casa.

Ya lista, y mientras navegaba por internet, encontró por accidente la foto de su ex, George, de quien seguía ilusionada; sin embargo, él se fue, y no había vuelta atrás. Quizas eran las "diferencias irreconciliables", o que como amantes se llevaban mejor, de todas formas, se fue. Indecisa, se debatía entre eliminar aquella foto o no, rodeando con la flecha del ratón el cuadro que se ponía azul alrededor cuando la flecha lo marcaba. Después de un rato en esa disyuntiva, decidió dejarla; aun tenía una falsa esperanza de que volviera de forma sentimental, porque en cuanto a sexo, sus encuentros habían sido intermitentes desde el rompimiento, y ella caía, una y otra vez.

Ya era tarde para culpas, ambos lo disfrutaban, a pesar de que él tenía nueva novia, y ella no dejaba de tener pretendientes.

Dispuesta a olvidarse del tema, el timbre de su apartamento sonó. Creyendo que era la pizza que había pedido a domicilio, se relamió los labios, pero, al abrir, se encontró con una persona totalmente distinta.

—George —suspiró al decirlo—, ¿otra vez tú aquí?

—Lucía, muñeca—se acercó a ella de forma seductora como solía hacerlo cuando quería sexo—, ¿ya te cansaste de mí? Si quieres me voy...

—No, no, espera —lo retuvo del brazo para impedir que se fuera—, quédate un rato.

Él entró y se sentó en el sofá cerca del comedor. Ella lo convenció de que comiera pizza con ella, la cual llegó un rato después.

Él no dudó en acercarse con intenciones sexuales, sabiendo que ella caería a sus encantos una vez más, y ella aceptó, sabiendo que no saldría de ese círculo vicioso, al menos por un buen tiempo, pero no importaba, quería que el sentimiento la dominara de nuevo, sobre todo cuando comenzaba a besar su cuello.




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