sábado, 13 de junio de 2015

Solamente tú

Jennifer no comprendía muy bien por qué Ted se había fijado en ella, es decir, no era fea, pero tampoco se consideraba bella, y mucho menos con esas espantosas cicatrices.

Su exesposo se había encargado de sepultar su autoestima, que estaba al tope cuando llegó a la mayoría. Joven, llena de vida y enamorada, se casó pensando en su cuento de hadas que se convirtió en su peor pesadilla. Él lo sabía de todas formas, y lo aceptó. La quería en su vida, para no dejarla escapar. Nada que un buen amor no pudiese arreglar.

De vez en cuando se veían debido a que Jennifer lo decidía así, aun cuando Ted quería pasar con ella el resto de su vida; así de enamorado estaba.

Ella no escapaba de los placeres al hacer el amor, no era tonta, a pesar de que no lo hubiese disfrutado con Antonio, y caía en pecaminosos pensamientos al ver el cuerpo semidesnudo de su pretendiente al hacer ejercicio.

—Jennifer, es la quinta vez que sales con él, y se muere por ti, ¿tiene oportunidad, al menos?
—Sí —suspiró profundamente, dejando mostrar una sonrisa—, solo quiero llevarlo despacio, ya sabes.
—Lo sé, te entiendo —dijo su hermana como respuesta— es un hombre muy agradable y educado.
—Todo un caballero.

ooo
—¿Tienes condones? —preguntó algo nerviosa al olvidarse ese pequeño gran detalle, el día en que decidió por sí misma ir a un hotel con él.
—Por supuesto, Jennifer —respondió con una pequeña sonrisa, lo cual provocó una risa sonora en la morena.


ooo

—Oye, quisiera invitarte a una fiesta —dijo tomando su mano sin timidez.
—¿Una fiesta? —pasó una mano por su nuca, nerviosa.
—Sí, bueno, es un evento de caridad, pero después hay una after party. ¿Qué dices?
—Sí, claro —respondió, sabiendo que no tenía ni un vestido decente; después resolvería con una mentira piadosa para no ir.


ooo

—Ana, por favor  muéstrale esto a Jennifer para esta noche, quiero ir a una fiesta con ella y que se vea hermosa.
—Ted, esto es bellísimo —comentó asombrada al ver un vestido largo cubierto de brillantes color verde botella, unos tacones color plata y accesorios a juego— pero ella no me comentó nada de esto.
 —¿No? ¿Ni una palabra?
—Nada, pero se lo mostraré igual, y tranquilo que la dejaré espectacular.

—¿Qué es esto? —dijo Jennifer al ver la caja color negro y lazo blanco dispuesta en su cama.
—Un regalo de Ted para esta noche, cosa de la cual no me dijiste nada.
—Es que yo no quería ir.
—¿Por qué?
—Sabes que no tengo nada qué ponerme, y no contaba con que él hiciera esto.
—¿Sabes? Para ser mi hermana eres un poco tonta, ¿a que sí? Sabes que te hubiese prestado un vestido.
—No quise que lo hicieras.
—No perdamos más el tiempo que Ted pasará dentro de poco a buscarte.
—¿Qué? No, no puedo ir,  quiero quedarme.
—Te hará bien salir, con Ted estarás bien, anímate.

ooo

Media hora más tarde, Jennifer y Ted caminaban tomados de la mano hacia el evento más grande de caridad registrado en Canadá, pero lo único que importaba en ese momento era la morena deslumbrante en ese vestido verde.  

—Luces preciosa esta noche.
—Gracias —respondió animada—, por todo.
Le robó un beso delicado, que la dejó con ganas de más. —¿Quieres ser mi novia?
—Tengo otra opción ahora?
—Podrías irte —dijo afligido.
—No —respondió—, me veo linda esta noche, no quiero irme todavía.
—Tú te ves hermosa todos los días.

Luego de ese beso apasionado, le dio ese ansiado sí.



               

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