—Desgraciado infeliz— cortó tajantemente aquella mujer—, te llevaste los mejores años de mi vida, fuiste capaz de acostarte con "esa".
—No mientas— replicó abatido—, tus edades no estaban atesoradas en un cofre que yo haya podido tomar; tú decidiste estar conmigo.
—Sí, y no lo valoraste. Te da igual que mis canas hayan nacido contigo, y que mis arrugas las hayas trazado con tu indiferencia.
—Yo te aprecio, solamente sé y siento que nuestro tiempo murió. Ya no quiero que te nazcan arrugas y trazar más arrugas en tu piel.
—Ya no te amo, no te lo mereces.
Qué doloroso descubrir que ya algo no puede ser estirado por más tiempo, excelente forma de describirlo.
ResponderEliminarMuchas gracias por escribir y que te haya gustado, y si, cuando la cosa no se aguanta, se debe acabar
Eliminar