Capítulo 2 parte 2
Ella llegó a sus
clases habituales con vergüenza, imaginando cada insulto
que le daban, como era costumbre. Ese día, aquel collar que le había dado ese
chico estaba escondido en la caja rosa dentro de su bolso, listo para ser
devuelto; no quería ya ningún vínculo con él. Mientras el séquito de bobas la
molestaba, ella continuaba como si nada estuviese pasando, pero algo la sacó de
sus casillas, un pequeño movimiento desató su furia.
La pelirroja decidió
golpearle la frente, ya que no veía que ella reaccionara a sus ataques, pero no
se esperaba que la debilucha se levantara a empujarla con tanta fuerza que la
tumbó al suelo.
— ¡Déjame en paz! —Gritó con furia dentro del salón, teniendo al
resto de los estudiantes expectante— ¡Me tienes cansada! ¡Tú y este maldito
grupo me tiene harta!
La pelirroja, con su
rostro colorado, estaba dispuesta a empezar una pelea empujándola de regreso,
provocando que la otra se tambaleara. Aprovechando su debilidad, la agarró del
cabello con intensidad, haciéndola gemir del dolor. — ¡Maldita perra! —Gritó
enloquecida— ¿Cómo te atreves a tocarme, inmunda?
— ¿Qué está pasando? —todos se detuvieron al ver al muchacho
entrar, parando la pelea al instante. La debilucha seguía en el suelo, y la
pelirroja aún adolorida, se acomodó lo mejor que pudo para verlo, y su intento
de sonrisa era más bien una mueca provocada por el dolor de la caída— ¡Ella
comenzó! —Dijo con lástima fingida— se volvió loca, me empujó sin razón aparente
y...
—Te empujé porque
estoy harta con tus humillaciones —dijo con voz fuerte—, tú comenzaste a
insultarme sin yo ser la culpable de nada!
El muchacho le tendió
la mano, ya que ella seguía en el suelo, pero lo ignoró y se levantó por su
cuenta, y él la buscaba con la mirada con insistencia para que hiciera lo
mismo, pero ella no reaccionó de igual forma.
—Amor —dijo la pelirroja— no me digas que le crees a la pelos de
trapo, obviamente ella está mintiendo...
—Yo no soy tu amor
—respondió tajantemente—, y quiero saber qué pasó.
En eso, la profesora
entró sorprendida por tal desorden, y luego de la vaga explicación de sus
estudiantes, llevó a las dos chicas a Dirección. Mientras tanto, el chico
preocupado esperaba afuera, y su mejor amigo estaba desconcertado.
— ¿Y tú qué con la
nerd? —preguntó despreocupado, pero el muchacho no respondió de inmediato. —No
le digas así —dijo finalmente— si la conocieras, pensarías distinto de ella.
—Mira, honestamente no
me importa —dijo sin mucha importancia— pero a ti te pasa algo con ella, ¿no es
cierto?
Lo miró, preocupado,
sin saber si le podía confesar sus sentimientos con tranquilidad. Se sentía
sofocado, debía dar la tonta imagen del chico perfecto y popular, como si no
tuviese corazón, pero sí tenía, y estaba locamente enamorado, ¿era tan difícil
de entender?
Escucharon ambos la
puerta de la Dirección abrirse, y la debilucha salió disparada de allí. El
muchacho luchó un poco para alcanzarla, y, sin importarle que los demás
mirasen, le agarró la mano.
— ¡Suéltame! —dijo con
tanta fuerza, que hasta él se asustó. Se soltó de su agarre para quedar
libre—no me busques más.
—Espera —la siguió de
nuevo, y se puso delante de ella— tenemos que hablar.
—No quiero hablar
contigo, y no quiero saber más nada de ti —tomó su bolso para encontrar la caja
rosa, y, cuando lo vio, le extendió la mano para dárselo, pero él hizo caso
omiso. —Es tuyo, quédatelo —dijo en un hilo de voz.
—No, el mío lo botó
esa loca —la señaló en la esquina en donde estaba. —Toma tu collar.
—No, te lo regalé, te
pertenece.
— Pues no lo quiero
—lo tiró al suelo, haciendo que la caja se abriera, revelando su contenido.
Abrió la puerta de la escuela, y, confundida, no sabía dónde ir, así que siguió
hacia el frente, pero algo la seguía deteniendo.
—Perdóname —dijo aquel
chico con la cabeza gacha—, perdóname por todo lo que te he hecho, por no
haberte puesto de primero, por no haberte defendido, por amarte y no habértelo
dicho. Te amo mucho y no quiero perderte.
— ¿Me amas? —Preguntó
irónicamente— ¿es un maldito chiste o qué?
—No es un chiste, te
puedo decir que es cierto, te amo y quiero estar contigo.
Una sonora carcajada
se escuchó por respuesta —por favor, ¿qué vas a estar amándome, si eres egoísta
como ellos? No te importa lastimar a otros con tal de beneficiarte, no te
importa más nadie sino tú mismo.
— Sé que actué mal,
pero por favor, dame otra oportunidad —suplicó.
—Yo te di una
oportunidad —pronunció con rabia—, ¿recuerdas? Cuando te dejaba entrar a mi
casa a pesar de que me insultabas; yo te amaba, y no me importaba eso con tal
de verte, y me mentiste de la forma más descarada —señaló con su dedo el pecho
del muchacho con eminente amenaza. —Te voy a decir una cosa, dos oportunidades
no doy, así que olvídate de mí para siempre.
— ¡Te amo! —gritó en
ese lugar, llamando la atención de los que por allí pasaban.
— ¿Qué haces? —Preguntó
muy molesta— cállate de una vez.
—No puedo callar lo
que siento —respondió con una sonrisa—, ¡y te pido delante de todos que me des
otra oportunidad!
—Olvídalo —y se dio
media vuelta, pero se dio cuenta que estaba rodeada de mucha gente, incluyendo
a la pelirroja y su séquito.